ID - Stefan Kjellberg - Curso Maestro - Idol

Ser llamado a la oficina justamente de Shining, jefe y director de la agencia, era algo que pocas veces pasaba a menos que fuera un trabajo sumamente importante. Frunció suavemente el ceño mientras que caminaba con tranquilidad hacia la oficina de dicho personaje. No podría decir que no admiraba a semejante y emblemático ser, pero tampoco es que fuese santo de su devoción, especialmente cuando enloquecía como –seguramente- acababa de hacer ahora.

Se detuvo en la puerta antes de tocar respetuosamente. Stefan bien podría ser un rebelde, podría ser una mala persona con un comportamiento dudoso, pero era profesional, por que el encanto de los escenarios, era lo que llenan su corazón, lo que hace que tenga recuerdos, lo que logra que vuelva a ser de alguna forma, aquel ser inocente que se perdió en el camino y fue herido con la muerte de su madre y sepultado cuando conoció a su medio hermano.

Su medio hermano, por el cual, brillaba con tanta luz y a la vez, se sumía en la más enferma oscuridad.

Al entrar, pudo ver al Director, a algunos profesores y guías y simplemente saludó como era debido, recibiendo la noticia, una canción, una canción digna de él, del renombre, la fuerza, la rebeldía del mismo Stefan. No sería problema hasta que mencionó a Oliver. El ceño se frunció automáticamente, sus ojos aguamarina de Stefan se enfriaron, como dos dagas de hielo, listas para penetrar al Director que tenía enfrente, pero no perdió la compostura.

Aceptó el trabajo, sin dudarlo, mientras el nombre de Oliver estuviera dentro de todo aquel trato, no era una opción negarlo.

Cuando regresó a su habitación, sus ojos destilaban realmente maldad, odio, rencor, satisfacción, venganza, deseo… anhelo, todo eso junto.

Se relamió los labios con lentitud mientras que miraba las hojas del trabajo, sería realmente un placer hacer esa canción. Lo que le traía algo… atorado era una pregunta.

— ¿Por qué Oli quiere ir a Saotome Gakuen? — murmuró mientras estaba sentado, frente a aquella melodía pegajosa, esas notas que eran casi sublimes, podría tocar la guitarra o inclusive acomodarse a cualquier guitarrista experto.

Sabía que Oliver cantaba, sabía que tenía ciertas habilidades, las había visto a escondidas algunas veces, inclusive el pequeño siempre intentó acercársele por la música, cosa que terminó siendo el último camino escogido por Stefan. Sin embargo su relación maduró de forma insana, pero eso le hizo a Stefan, simplemente decir que iba a elevarse, muy alto, en esos escenarios, brillar para su hermano como brilló para su madre, hacer que nadie, más que él, pudiera ser la luz de Oliver.

— Él me pertenece… — murmuró y se inclinó sobre su escritorio para comenzar a escribir las letras, las frases, las palabras, todo con el rostro de su hermano en la mente.


Puso el punto final y se quedó mirando la letra, comenzando a imaginar la canción como tal. Sonrió satisfecho pero esa sonrisa, cambió a una sádica, cruel, mientras pensaba en su hermano. Ahora que fuese estudiante en Saotome, simplemente tendría un acceso más fácil a él. Porque su padre lo arrebató de sus manos, enviándolo lejos, pero ahora, el mismo Oliver parecía querer acercársele, parecía querer realmente el buscarlo.

Se levantó de su asiento, dejando las partituras con la letra para ir a tomar una fotografía que tenía guardada en un cajón oculto, ahí justamente estaba su hermano, solo, sin él, sin su padre, sin la madre de Oliver. Solo él.

— Es hora de que vuelva a verte, Oliver~ — murmuró, botando la foto a la cama, metiéndose a la ducha, para comenzar a tararear la canción, aprendiéndose la letra.

Al día siguiente, se puso en contacto con los músicos para comenzar a trabajar en la interpretación, esa canción estaría dentro de su próxima presentación en un programa de variedades. La coreografía, la forma en que se movería, el como se acoplaba con las voces, todo. Stefan quedaba satisfecho y el programa le hizo tener una presentación tan fuerte como estaba acostumbrado.

La canción, alcanzó la posición uno en el Oricon de esa semana, el single vendió horrores en las tiendas y los resultados fueron realmente más de los esperados. Se sintió satisfecho y esperó que su hermano escuchase su canción, quería que supiera que estaba ahí, que él nunca dejaría de estar brillando para él, cubriéndolo de la oscuridad y de la sombra, que Stefan, nunca iba a dejar de estar presente en su vida.