[ID] Agatha Blair — Idol

“Los fans… aman a los Idols, los Idols, aman otros Idols; pero en especial, a sus fans”. Era un ciclo curioso.

—Es por ellos, es por ellos, es por ellos… — se iba repitiendo muy quedo y sólo para sí, intentando de convencerse de una meta menos egoísta y más altruista como lo era el público al que se debía. Además…

También era por y para sí.

Levantó la mirada para ver al hombre que seguía de cerca, tan sólo un paso detrás de él; de edad avanzada y buena presentación, mal encarado la mayoría del tiempo a juzgar por las líneas de expresión que adivinaba en su rostro áspero. Ahora, mientras caminaban por los alfombrados pasillos de aquella agencia solo era capaz de escuchar dos cosas, la nada discreta conversación que aquel hombre sostenía en el móvil y sus propios pensamientos, que eran más bien una sarta interminable de negativas. Porque aquel era, sin duda, el reto más grande que le habían impuesto en toda su corta carrera.

Tenía que comer, pulpo.

¡Pulpo! De entre todo lo que podría haber sido, justamente eligieron lo único que le revuelve el estómago. La única boya que la salvaba de ahogarse en su estrés era escuchar la canción que se usaría para el comercial y la botella de agua que estrangulaba entre sus dedos. Pues no dejaba de preguntarse como lograría aparentar que los snacks de pulpo eran deliciosos en un close up antes de vomitarlos.

Y si eso no era suficiente, esperaban que ella complementara con ideas el punto climático del comercial. Esa magia que se logra en no menos de treinta segundos y logra ventas ridículamente grandes.

— ¿Ya has pensado en algo?

Había un tercero presente además del presidente y Agatha; la voz que le llamó la había arrancado de sus pensamientos sin poder eludirla, en especial si empleaba un tono que no ocultaba las ínfulas que se daba el asistente del presidente.

—Tengo que afinar… un pequeño detalle y estará listo — aclaró ella con ese semblante siempre impasible, aparentemente.

—Tienes quince minutos para terminarlo — añadió el asistente mirándola por encima del hombro, con ese aire displicente — o llamaré a la agencia para buscar a alguien más capaz, es más…— la sonrisa de aquel adquirió un tinte todavía más  insoportable, una sorna descarada — quizá consideremos otra agencia.

Agatha evitó que la afilada insinuación no la perturbara, al final sólo asintió dejando su bolso en la mesa de cafetería en que le dejaron dentro de la agencia antes de que

—Serán suficientes.

Sacó la portátil mini que llevaba consigo, invirtió la mayoría de esos valiosos minutos en mirar fijamente la pantalla de la portátil sólo con una pregunta… ¿Cómo lograr ser convincente?

De repente y en su soledad, sonrió ladina. Era una idea brillante. Con apenas unos minutos restantes, logró escribir el argumento general en el documento que envió al asistente instantes antes de que el plazo venciera. Para cuando aquel insoportable hombre reapareció, le esperaba una apacible Agathe que apuraba una vaso de té.

— ¿Al menos tienes una idea de que esto funcione? — decía aquel agitando en su mano el argumento impreso.

Ella sólo dejó su vaso en la mesa junto al computador y le miró con una brillante sonrisa, auténtica, natural; y bien depurada para que no dejara entrever su victoria.

—Por supuesto, además, saldremos del cliché.

El equipo se trasladó al set de grabación, una locación previamente escogida que Agatha ya había contemplado; un parque común muy bien cuidado y preparado para filmar. Luces, extras, vestuario un poco de maquillaje y todo estuvo listo.

Antes de que dieran la indicación para filmar admitió, estar nerviosa; pues temía que en verdad el argumento no fuese lo suficientemente bueno.

La música llenó la locación y el estrés se atenuaba poco a poco, pronto se hallaba conectando las escenas en su cabeza mientras las luces de las cámaras activas bailaban de un lado a otro registrando el momento en que un atractivo chico sigue a la Idol por las calles, quien sostiene una porción de snacks de pulpo justo antes del cierre del establecimiento.

Ella comienza a doblar abruptamente en las esquinas, perdiéndose entre árboles y juegos de parque. Finalmente y más aliviada, se sienta en las mesas de picnic y abre su botín con una enorme sonrisa.

Venía el momento crítico.

Era el momento del close up que enfocaba el momento en que se llevaba el snack a la boca, pero justo antes de engullirlo… el chico que la seguía la interrumpe tomando asiento al otro de la mesa, mirando embobado a Agatha.

“¿Quieres un autógrafo?” esa, era la única línea en todo el comercial. El chico, un nuevo talento que fue elegido para el comercial, negaba inocentemente con la cabeza y miraba con más intensidad lo que quería. El snack que ella estaba por comer.

Entonces surgía un instante de pucheros y negación, hasta que al final accede y ella misma se lo da en la boca al chico, de su propia mano.

Se grabaron las últimas escenas, se afinaron otras, una jornada ardua que duró varias horas y explotó por completo las luces del atardecer, ideales para el comercial. Al final el set se llenaba en aplausos y el clásico agradecimiento por el buen trabajo y la esperanza de volver a hacerlo de nuevo, juntos. Con la tensión muy lejos, algunos miembros del equipo se acercaron para cruzar palabras con ella recibiendo sonrisas agradecidas entre risas y un aura radiante. Esa que parecía seguir a los idols.

Desde las inmediaciones  la escena fue observada por el asistente, que no se atrevería a unirse al recreo colectivo, pues aun restaba la post-producción y la última palabra la tenía el público y la suma de ventas que esperaba tuviera muchos ceros a la derecha.

— ¡Muchas gracias por el buen trabajo! — Decía Agatha haciendo una reverencia y sosteniendo una botella de agua que había vaciado en un trago — espero podamos trabajar juntos de nuevo — la expresión afirmativa eufórica del set fue la respuesta que la despidió de la locación mientras un taxi ya la esperaba. La filmación había terminado, pero el día y el trabajo aún no terminaban.